Contribuciones de los Pueblos Originarios de la Amazonía a una Ecología Integral y Holística (Monja Dr. Birgit Weiler)
“Escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres”[1]
Contribuciones de los pueblos originarios de la Amazonía a una ecología integral y holística
Birgit Weiler[2]
Sobre el presente artículo
Las reflexiones teológico-pastorales que desarrollaré en adelante,[3] se basan en mi colaboración a lo largo de años en una pastoral intercultural con los pueblos originarios awajún y wampis, en la Amazonía del Perú. Así mismo en mi participación en el Sínodo Amazónico en Roma (2019), desde su preparación en el territorio amazónico. Dicho Sínodo se realizó en la Iglesia católica con una participación ecuménica. Me inspiro también en el Documento Final del Sínodo de la Amazonía y en la Exhortación Apostólica postsinodal Querida Amazonia. En ambos se recogen contribuciones significativas de los pueblos originarios al tema del artículo, las cuales brindan luces importantes para el compromiso de una ecología integral y holística, y el cuidado de la “casa común,” así como para una eco-diaconía en tiempos de emergencia climática y aguda crisis ecológica en la Amazonía y a nivel global.
La Amazonía, rica en diversidad y de gran belleza
Al iniciar las reflexiones sobre la Amazonía, de la cual poseen una parte ocho países y un territorio (Guayana Francesa), es importante tener presente que toda la región amazónica se extiende sobre un área inmensa de casi 7.500.000 km2. Es difícil imaginarse esta magnitud; una comparación puede ayudar: La Amazonía es tan grande como todos los países de la Unión Europea juntos, más Ucrania, Bielorrusia y Turquía. En esta vasta área aproximadamente 5.500.000 km2 están cubiertos por bosques.[4] El bioma de la Amazonía existe desde más de 30 millones de años y alberga la selva tropical más grande y diversa del mundo. En la Amazonía “todo está conectado.”[5] Gracias a las múltiples conexiones e interacciones entre las diversas especies de seres vivientes, incluyendo hongos y microbios, que coexisten en este ecosistema, la selva amazónica es “excepcional e irreemplazable.”[6]
La región pan-amazónica se caracteriza también por una gran diversidad cultural, que se manifiesta en las poblaciones que la habitan, numerosas y muy heterogéneas. De las 30 millones de personas que viven en la Amazonía, casi un millón pertenece a pueblos originarios. Hay alrededor de 400 pueblos indígenas en la región, que tienen “sus propias identidades culturales y prácticas de manejo territorial.”[7] La creciente migración desde áreas rurales a zonas urbanas ha generado una realidad multicultural en las ciudades amazónicas. Dada su gran diversidad, es importante resaltar que hay muchas Amazonías.
El bioma amazónico, crucial para la estabilidad del clima global
El experto brasileño en biodiversidad, ecosistemas y clima, Carlos Nobre, un científico reconocido a nivel internacional, ha estudiado la Amazonía por más de 40 años. Fue también uno de los consultores del Sínodo de la Amazonía (2019). Junto con un grupo internacional de expertos, desarrolló un marco científico para salvaguardar la Amazonia. Los expertos hicieron mucho hincapié en el hecho de que la Amazonia “desempeña un papel fundamental en los ciclos globales de agua”.[8] Pues, los ríos de la región contienen una quinta parte de toda el agua dulce en nuestro planeta.
Los científicos también identificaron un sistema de los así llamados ríos voladores, que tiene un rol importante en la generación de las lluvias en una gran parte de América del Sur. Pues “transportan enormes cantidades de vapor de agua de la Amazonía baja que a su vez descargan lluvias para los glaciares tropicales”, para las partes más altas y los valles de los Andes, “y proporcionan el suministro de agua para grandes ciudades como Bogotá, Quito, Lima y La Paz.”[9]
Desde 1975, Carlos Nobre, con un equipo de investigadores, ha recolectado muchos datos científicos. Éstos comprueban claramente que el bosque tropical amazónico y sus ecosistemas son esenciales paramantener el equilibrio climático no sólo en la Amazonía y en América Latina, sino también a nivel global. Además de reciclar de modo muy eficaz el agua, la selva todavía es un enorme sumidero de carbono. Del monto total de carbono absorbido cada año por los bosques en nuestro planeta, la selva amazónica retiene entre 20% y 25%.[10]
Sin embargo, su gran biodiversidad y sus frágiles equilibrios ecológicos significan, a la vez, una gran vulnerabilidad del territorio y sus habitantes.
La Amazonía, cerca de un punto de quiebre peligroso
El bioma amazónico está siendo cada vez más afectado por los múltiples impactos devastadores sobre sus ecosistemas, configurando una peligrosa dinámica en la que ambos factores se refuerzan mutuamente. Tales impactos son provocados por masivas actividades extractivas, orientadas a explotar sus múltiples recursos naturales renovables y no-renovables. Algunos ejemplos de ellos son el petróleo, el gas y los minerales (de modo particular el oro, en forma legal e ilegal); el agronegocio, con sus monocultivos extensivos, y la tala de madera noble (en gran parte ilegal), entre otros.
Además, es preciso señalar los impactos generados por la continua ampliación de las infraestructuras requeridas para las actividades extractivas y el transporte de las materias primas, la construcción de represas hidroeléctricas para satisfacer la creciente demanda de energía. A menudo se planifican e implementan grandes proyectos, en su mayoría extractivistas, sin una consulta previa e informada a los pueblos originarios afectados, aunque las leyes nacionales e internacionales los prescriben. Muchos proyectos extractivistas se realizan en los territorios de los pueblos originarios y los afectan.
También cabe mencionar la contaminación de ríos y otras fuentes de agua, así como del suelo, por derrames de petróleo y actividades de empresas y pobladores. Además de una alta contaminación por residuos tóxicos, en toda la Amazonía se verifica el problema de una enorme producción de basura no bio-agradable, sobre todo en zonas urbanas donde actualmente vive la mayoría de la población amazónica.
La creciente deforestación masiva está contribuyendo mucho al calentamiento global. En la región amazónica se observa con preocupación que las estaciones secas se están alargando y que las sequías resultan cada vez más intensas. A consecuencia de ello, la mortalidad de los árboles está aumentando. Ése es un signo serio de que el bosque tropical se está debilitando, y tiene menos capacidad para resistir los múltiples factores de estrés a los cuales está expuesto.
La Amazonía es como un espejo de los serios problemas ecológicos, socio-económicos, políticos y culturales a nivel mundial y de sus muchas interrelaciones. A pesar de su situación cada vez más alarmante, desde el 2019 las cifras de la deforestación están aumentando de modo significativo. En aquel año se perdieron 2.4 millones de hectáreas de bosque amazónico a causa de la tala.[11] Eso corresponde a un área un poco menor que el territorio de Israel (22.145 km2). Según los científicos del grupo de investigación liderado por Carlos Nobre, estamos muy cerca del punto de no retorno, cuando un 50% o 60% de todo el bosque de la Amazonía podría ser transformado en una extensa sabana. En el documental “Breaking boundaries”, Joan Rockström, Director del Potsdam Institute for Climate Impact Research (PIK), advierte que dentro de 15 años el bosque tropical en la Amazonía podría empezar a emitir carbono a la atmósfera, y de ese modo, contribuir al calentamiento global;[12] ello tendría consecuencias desastrosas para la Amazonía, así como para América del Sur y El Caribe y para el clima global.
En la Amazonía se puede observar una conexión estrecha entre una actitud y práctica violenta hacia la naturaleza y hacia las personas, porque “el corazón es uno sólo”.[13] Particularmente en las ciudades de la región amazónica se experimenta mucha violencia, que afecta al tejido social. Debido a la realidad violenta, que incluye al neo-extractivismo[14] y sus múltiples impactos dañinos, desde la Amazonía surge “el clamor de la tierra como el clamor de los pobres”,[15] un clamor que necesita ser escuchado y atendido. Es un grito de dolor y resiliencia; a la vez, es un signo esperanzador de que en medio de estas realidades duras y amenazantes, todavía hay vida y no sólo el silencio de la muerte.
Entre las comunidades más afectadas y amenazadas por la actual emergencia climática y la crisis ecológica agravada, están aquellas que ya viven en condiciones muy precarias de pobreza y pobreza extrema, así como de alta vulnerabilidad. Eso vale sobre todo para las comunidades de los pueblos originarios y afrodescendientes. La situación realmente dramática de la región amazónica, que se corroboró también en muchos testimonios en el Sínodo Amazónico, reclama una conversión integral y holística,[16] es decir pastoral, ecológica y sinodal.[17] En particular, los pueblos originarios tienen mucho que enseñarnos y ofrecernos en este proceso de conversión y transformación profunda, que el estado crítico de la Amazonía demanda.
Contribuciones de los pueblos originarios ante la crisis: cosmovisión integral, sabiduría ecológica y Buen Vivir
Por mucho tiempo, los científicos nos han señalado que en nuestro mundo todo está conectado. En la Amazonía eso no es simplemente un conocimiento abstracto, sino una noción que surge desde la experiencia vital de las comunidades amazónicas, tanto indígenas como afrodescendientes. Para muchos pueblos y comunidades en la Amazonía, sobre todo para los pueblos originarios, esa comprensión de la realidad no representa algo nuevo; antes bien, ella está profundamente arraigada en su cosmovisión.
Estos pueblos tienen una visión profundamente integral y holística del mundo. Perciben el cosmos como un tejido extenso y complejo de relaciones, que se caracterizan por continuas interacciones, intercomunicaciones e interdependencia, así como por el flujo de energía. En la comprensión de los pueblos originarios, la vida se vive en relación y vínculo con otros, incluyendo a los otros seres vivientes no-humanos, en vínculo con la tierra y con el territorio. Por ello, en su cosmovisión, los seres humanos son parte de este gran tejido de vida y tienen un rol significativo dentro de él. A la vez tienen la noción y convicción profunda que no sólo las personas humanas sino también los otros seres vivientes actúan y en este sentido son agentes. Eso vale incluso para los elementos más pequeños y aparentemente insignificantes, como lo son los microbios y hongos. En la comprensión de los pueblos originarios no hay ‘materia muerta’, más bien todo tiene vida y está lleno de energía, incluyendo los ríos, los bosques, los cerros y las montañas. Vale recordar aquí que la física moderna “supera el esquema rígido de una separación entre sujeto y objeto en relación con el ser humano y la naturaleza, a favor de un conjunto de interacciones multi-relacionales que abarcan el espíritu y la materia, la historia y la naturaleza.”[18]
Como lo recalca el papa Francisco en Querida Amazonía, podemos aprender de los pueblos originarios a “contemplar la Amazonia y no sólo analizarla, para reconocer ese misterio precioso que nos supera. Podemos amarla y no sólo utilizarla, para que el amor despierte un interés hondo y sincero.”[19]
Para los pueblos de la Amazonía en general y los pueblos originarios en particular, el territorio tiene un gran significado no sólo en el sentido material sino también simbólico, afectivo y religioso. Según ellos, “en la Amazonía, la vida está inserta, ligada e integrada al territorio.”[20] A la vez, el territorio es para ellos un “lugar de sentido para la fe o la experiencia de Dios en la historia.”[21] Allí hay una “reserva de vida y de sabiduría para el planeta, una vida y sabiduría que hablan de Dios.”[22] En la comprensión de los pueblos originarios, el territorio amazónico nos enseña algo esencial: En él “no existen partes que puedan subsistir por sí solas”, más bien se sostienen mutuamente por múltiples interconexiones e interacciones, “formando un todo vital.”[23]
Por todo ello, en los pueblos originarios, por lo general, el territorio no es percibido como un bien económico o un capital con el cual es posible aumentar las ganancias financieras a través de su comercialización parcial o total. Más bien, en la cultura y cosmovisión de estos pueblos aún predomina la convicción y la norma de que el territorio no se debe vender. Se puede observar que las empresas a menudo intentan socavar esta convicción a través de prácticas de corrupción hacia algunos miembros de las comunidades con el fin de romper la tradición cultural y así tener acceso a las tierras.
Como lo muestran diferentes investigaciones realizadas en el territorio amazónico, las preocupaciones y los empeños de los pueblos originarios por defender sus territorios frente a actividades extractivistas, tienen fundamento en la realidad. En una conferencia internacional en octubre de 2020, Carlos Nobre presentó los resultados obtenidos a la fecha de un estudio profundo sobre el estado de la Amazonía. Éstos indican con claridad que el extractivismo de ningún modo es sostenible; y que tampoco es económicamente redituable, si se incluyen en el balance todos los costos ecológicos y sociales que genera.
No solo numerosos expertos en Latinoamérica y El Caribe, sino también muchos miembros de comunidades afectadas, mujeres y hombres, afirman a partir de sus experiencias que el “extractivismo predatorio,”[24] con sus fuertes impactos negativos, es una causa principal de la creciente degradación y destrucción de la Amazonía.[25] Por ello, en el Sínodo Amazónico se expresó categóricamente: “Ante la situación apremiante del planeta y de la Amazonía, la ecología integral [...] es el único camino posible, pues no hay otra senda viable para salvar la región.”[26] Como es conocido, la ecología integral
tiene su fundamento en el hecho de que ‘todo está íntimamente relacionado’ (LS 16). […] Con la ecología integral emerge un nuevo paradigma de justicia, ya que ‘un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente’ (LS 49)[27]
Ella debe llevar a escuchar “escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres.”[28]
Nobre enfatiza que para salvaguardar el bosque amazónico, sus ecosistemas y biodiversidad, así como un Buen Vivir para los diferentes grupos de población en la región, se necesita una ecología integral y una “bio-economía”.[29] Ésta consiste en un modo innovador de entender y practicar la economía; se basa en actividades que aseguran los ingresos necesarios para una vida en condiciones dignas, y al mismo tiempo mantienen el bosque amazónico “en pie” al aplicar los estrictos criterios de sostenibilidad en todas sus dimensiones.
En la cultura y cosmovisión de los pueblos originarios, tanto en la Amazonía como en otras partes, la concepción y práctica del Buen Vivir está estrechamente vinculada con el territorio. En las dimensiones centrales del Buen Vivir, los diversos pueblos originarios en América Latina tienen mucho en común. Las diferencias existentes ponen de manifiesto que las respectivas concepciones del Buen Vivir son expresiones de una determinada cultura, lengua e historia, así como de un contexto socio-político y ambiental específico.
En las concepciones del Buen Vivir de los pueblos originarios en la Amazonía y en otras partes, se expresa una gran sabiduría. Pues, el Buen Vivir es fruto de una continua acción cultural. Es un horizonte, un ideal hacia el cual las personas tienen que moverse de modo permanente. Exige un trabajo personal y comunitario continuo que apunta a tomar conciencia de actitudes y acciones que atentan contra el Buen Vivir, para practicar la conversión. No es sólo un término descriptivo, sino que tiene connotaciones éticas. El Buen Vivir siempre va de la mano con un “buen hacer” y tiene que ver con un “buen con-vivir.” Eso vale para las relaciones con los demás, empezando por la familia (clan) y la comunidad. Allí hay que aprender a buscar el bien común y contribuir a él. Otras dimensiones claves del Buen Vivir en el sentido de los pueblos originarios son la reciprocidad, solidaridad y búsqueda constante de equilibrio y armonía en las relaciones con los otros miembros de la comunidad humana, con Dios o lo Divino y también con los otros seres vivientes de la naturaleza. No es aceptable servirse sólo de la tierra, sino que es preciso brindar también servicios a la tierra, por ejemplo, a través de la reforestación de una parte del bosque o al cuidar el agua y no contaminarla. Lo mismo vale también para las relaciones comunitarias que deben basarse en un mutuo dar y recibir de bienes y servicios para lograr un Buen Vivir entre todos. Eso incluye también un trabajo persistente en la comunidad y entre las comunidades para superar el machismo existente en numerosos grupos y para promover una mayor justicia y no-violencia en las relaciones de género. Como muchos miembros de pueblos originarios manifestaron en el proceso de escucha en los territorios amazónicos antes del Sínodo, una característica importante del Buen Vivir es que no haya “excluyentes ni excluidos, y que entre todos podamos forjar un proyecto de vida plena.”[30] Nos recuerda la vida en plenitud prometida por Jesús (Jn 10:10) y es una concreción de ella.
El Buen Vivir es una concepción dinámica que se sigue creando en respuesta a los contextos históricos y socio-culturales cambiantes y en diálogo con otros pueblos originarios como también con poblaciones no-indígenas. Como dice Eduardo Gudynas, un investigador del “Centro Latino Americano de Ecología Social” (CLAES) que estudia desde hace muchos años el tema del Buen Vivir en la comprensión de los pueblos originarios, el Buen Vivir “es una categoría en permanente construcción.”[31] En base a sus investigaciones afirma que la categoría del Buen Vivir cuestiona “la racionalidad del desarrollo actual, su énfasis en los aspectos económicos y el mercado, su obsesión con el consumo, o el mito de un progreso continuado.”[32]Otro aspecto importante mencionando por Gudynas es que “el Buen Vivir pone el acento en la calidad de vida, pero no la reduce al consumo o a la propiedad.”[33] Con el concepto del Buen Vivir, muchos líderes y miembros de pueblos originarios critican fuertemente “el reduccionismo de presentar el desarrollo como crecimiento económico.”[34] Acogiendo palabras de Arturo Escobar, antropólogo colombiano, Gudynas insiste junto con muchos miembros de pueblos originarios en que se deben construir “alternativas al desarrollo.”[35] Se trata de una cuestión en debate incluso entre miembros de los diversos pueblos originarios y en cada pueblo.
En sus reflexiones, Gudynas recalca que el Buen Vivir es una concepción integral. Comparto sus observaciones en cuanto a que, para muchos miembros de los pueblos originarios, valores como solidaridad, comunidad y bien común siguen teniendo relevancia en sus vidas. Muchos se esfuerzan, aun afrontando condiciones socio-culturales cada vez más difíciles, por practicar los valores mencionados. A la vez, con respecto a ciertas ideas e imágenes que idealizan la vida en las comunidades indígenas, es preciso señalar críticamente que hasta en las comunidades más remotas crece la influencia de la cultura urbana de consumo, con su pronunciado individualismo. Por esta razón, también en los pueblos originarios la práctica coherente del buen vivir requiere de un empeño espiritual continuo. A la vez se puede observar que en estos tiempos críticos nuevamente se verifican esfuerzos comunes por apreciar la sabiduría y los valores que radican en el concepto del Buen Vivir con el propósito de transmitirlos a las jóvenes generaciones. Para muchos líderes y lideresas, que a causa de su compromiso por defender los derechos y el territorio de sus pueblos han sufrido serias amenazas de parte de diferentes mafias, la espiritualidad y los valores vinculados con el Buen Vivir son una fuente de valentía, fuerza interior y resiliencia. Dado el hecho que a lo largo del año 2020, en la Amazonía cada segundo día un líder o una lideresa indígena fue asesinado por su compromiso, para muchos líderes indígenas el concepto del Buen Vivir es muy significativo.
Frente a la crisis socio-cultural, económica y ecológica, así como a la situación crítica de la Amazonía, los pueblos originarios que viven en las periferias de los centros de poder, nos abren nuevos horizontes a partir de sus concepciones del Buen Vivir. Necesitamos su sabiduría ecológica u “oiko-sofía” para poder realizar la necesaria “revolución cultural,”[36] es decir, una transformación valiente y profunda de nuestras sociedades. Urge un cambio radical en nuestro estilo de vivir, de entender y practicar la economía. El actual modelo es un callejón sin salida. Pues la práctica neoliberal de la economía, predominante en el mundo, está contribuyendo severamente a la degradación social y ambiental. Aunque las concepciones del Buen Vivir han surgido en contextos rurales, contienen inspiraciones valiosas e interpelaciones significativas para otros contextos.
Hay importantes puntos de contacto entre el Buen Vivir y la fe cristiana. Quiero esbozar varios aspectos claves que surgen en un diálogo intercultural e interreligioso con los pueblos originarios: En una relectura de nuestras fuentes teológicas y espirituales cristianas se nota que, tanto el Buen Vivir como el Reino de Dios apuntan hacia una vida más plena para todos los seres humanos y no sólo para algunos. Agudizan la conciencia de que “todo está relacionado”. La concepción y vivencia, tanto del Buen Vivir, como de la fe cristiana, son profundamente relacionales. Desde la comprensión de que todo está relacionado, en la Encíclica Laudato si’ se recalca que “no hay dos crisis separadas […] sino una sola y compleja crisis socio-ambiental. De ahí las líneas para la solución requieren una aproximación integral.”[37] Es importante superar una visión meramente instrumental de los otros seres vivientes, a la que sólo le interesa que algo sea útil para los seres humanos. Tal visión es incapaz de percibir el valor propio de los demás seres vivos.
Salvaguardar la Amazonía – urgencia de solidaridad global y alianzas eficaces
Una ecología integral demanda una “valiente revolución cultural”[38] y una profunda transformación de nuestras sociedades hacia una verdadera sostenibilidad en todas las dimensiones, la cual tiene que darse a nivel local, regional y global, y requiere de redes solidarias y compromisos compartidos. Para la Amazonía eso significa, entre otras cosas, que es preciso dar los pasos de transición desde una economía basada principalmente en el extractivismo hacia una economía realmente sostenible, bio-degradable y circular.
Dado que las condiciones ecológicas, socio-políticas, económicas y climáticas a nivel global están entrelazadas, la salvaguardia de la Amazonía tiene que ser un compromiso compartido. Dada además la urgencia por evitar que lleguemos a los puntos de quiebre, a partir del alto riesgo que ello representa para el clima en la tierra y para la humanidad, resulta imperativo un compromiso global mucho más fuerte. Los pueblos de la Amazonía tienen plena conciencia de que solos no podrán enfrentar en forma eficaz los graves problemas en sus territorios. Han solicitado a las iglesias cristianas que sean sus aliadas en la defensa de sus derechos y territorios, en la denuncia de los atentados contra la salud y vida de las comunidades y sus líderes, de la falta de demarcación de sus territorios, así como del modelo económico “depredador y ecocida”[39] que predomina en la Amazonía. Las iglesias son llamadas a ser proféticas, y junto con los pueblos indígenas, enfrentar “la explotación ilimitada de la Casa común y de sus habitantes.”[40] Ello implica también insistir junto con los pueblos de la Amazonía frente a las autoridades del Estado y de las empresas en que los pueblos locales deben ser los interlocutores principales en los diálogos sobre los proyectos de diversa índole que se busque implementar en sus territorios. De estos pueblos
ante todo tenemos que aprender, a quienes tenemos que escuchar por un deber de justicia. […] Su palabra, sus esperanzas, sus temores deberían ser la voz más potente en cualquier mesa de diálogo sobre la Amazonia, y la gran pregunta es: ¿Cómo imaginan ellos mismos su buen vivir para ellos y sus descendientes?[41]
Los problemas graves de la Amazonía están vinculados con estilos de vida, consumo y prácticas económicas impulsadas o estimuladas desde otras partes, sobre todo en el Norte global y en el “Norte” de cada país en América Latina. Muchos productos agrícolas, la madera noble y los minerales que son importados por los países del Norte desde la Amazonía, están causando la deforestación de vastas áreas de bosque tropical. Es crucial que las corporaciones tengan la diligencia requerida y asuman su responsabilidad por la cadena entera del mercado, desde la Amazonía hasta el lugar de venta de los productos; y con ello por las condiciones de generación y transporte de los productos, además de las cuestiones de justicia ecológica, climática, social, cultural y de género. También es de gran importancia que consumidores y colaboradores en proyectos de cooperación opten conscientemente por promover y apoyar eficazmente los proyectos en la Amazonía que contribuyen a promover la transición del extractivismo hacia una economía basada en una ecología integral. Aquí las iglesias cristianas con sus redes de solidaridad pueden contribuir mucho.
Además, las iglesias cristianas, junto con las comunidades e instituciones de otras religiones, pueden colaborar significativamente en promover una mayor conciencia acerca de la urgencia de salvaguardar los bosques amazónicos y todos los bosques tropicales. Eso es imprescindible para la salud de nuestro planeta y de sus pueblos. Un ejemplo inspirador al respecto es la Iniciativa Interreligiosa para los Bosques Tropicales.[42] En la actualidad estamos enfrentando fuertes cambios climáticos en todas las regiones del mundo que han llevado a una ‘emergencia climática’, como muchos científicos lo indican. Nos estamos acercando mucho más rápidamente que esperado a varios puntos de quiebre.[43] En esta situación de amenazas sin precedentes, las religiones están llamadas a contribuir todo lo que “pueden ofrecer para una ecología integral y para un desarrollo pleno de la humanidad.”[44] En la Amazonía eso ya está sucediendo y tiene que suceder más todavía a través de un diálogo y una colaboración ecuménica e interreligiosa para poner en práctica una ecología integral. Ello implica cuidar entre todos y todas la Casa Común y los bienes comunes que incluyen el clima[45] y el bioma Amazónico. Eso es vital también para reconocer la deuda histórica con los pueblos originarios a causa de su colonización y la “deuda ecológica”[46] con todos los pueblos de la Amazonía, junto con la necesidad de promover en alianza con muchos otros actores una mayor justicia ecológica y climática a nivel global.
La Red Eclesial Panamazónica (REPAM) se empeña en vivir este compromiso de modo ecuménico, interreligioso e intercultural, así como en alianza estratégica con la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA) y en cooperación con el Foro Social Panamazónico (FOSPA). Es preciso fomentar aún más dicho esfuerzo. La colaboración con miembros de los pueblos originarios y afrodescendientes brinda la oportunidad de aprender cada vez más cómo relacionarse con otros en condiciones de igualdad y cómo “superar las diversas mentalidades de colonización para construir redes de solidaridad,”[47] sostenibilidad y eco-diaconía. De este modo las iglesias cristianas, en alianza con los pueblos originarios y otros múltiples actores, pueden trabajar en conjunto para asegurar que “el rol central del bioma amazónico para el equilibrio del clima del planeta”[48] será más reconocido y apoyado a nivel global. Eso es vital para cuidar nuestra “casa común” y la Amazonía, que es una parte significativa de esta casa, confiada por Dios a nosotros y nosotras. Pues hemos recibido el llamado de hacerlo dando testimonio de nuestra fe en Dios quien es “amante de la Vida” (Sab 11: 26) y de su alianza con todos los seres vivos de la tierra (ver Gen 9: 12).
Bibliografía:
Científicos de los Países Amazónicos y Socios globales. “Un marco científico para salvar la Amazonía (30 de septiembre de 2019).” http://www.synod.va/content/sinodoamazonico/es/noticias/un-marco-cientifico-para-salvar-la-amazonia-por-cientificos-de-l.html, visitado el 11 de agosto de 2021.
Costa, Camila. “La gran mentira verde: cómo la pérdida del Amazonas va mucho más allá de la deforestación.”
https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-51303285 (visitado el 23 de diciembre de 2021).
Francisco, Laudato si’. Carta encíclica, página web del Vaticano. 24 de mayo de 2015.
Francisco, Querida Amazonía. Exhortación Apostólica Postsinodal, página web del Vaticano, 02 de febrero de 2020. https://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20200202_querida-amazonia.html.
Grupo Intergubernamental de expertos sobre el cambio climático (IPCC) 2021, “El cambio climático es generalizado, rápido y se está intensificando. Comunicado de Prensa del IPCC del 09 de agosto de 2021.”
https://www.ipcc.ch/site/assets/uploads/2021/08/IPCC_WGI-AR6-Press-Release-Final_es.pdf.
Gudynas, Eduardo. “Buen vivir: Germinando alternativas al desarrollo. Asociación Latinoamericana de Internet (ALAI).”https://www.gudynas.com/publicaciones/articulos/GudynasBuenVivirGerminandoALAI11.pdf, visitado el 23 de diciembre de 2021.
Secretaría General del Sínodo de los Obispos.”Instrumentum Laboris. Amazonía: nuevos caminos para la iglesia y para una ecología integral.”
http://secretariat.synod.va/content/sinodoamazonico/es/documentos/instrumentum-laboris-del-sinodo-para-la-amazonia.html (visitado el 23 de diciembre de 2021).
Secretaría General del Sínodo de los Obispos. “Documento final. Amazonia: Nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral (2019)”.
http://secretariat.synod.va/content/sinodoamazonico/es/documentos/documento-final-de-la-asamblea-especial-del-sinodo-de-los-obispo.html (visitado el 24 de diciembre de 2021).
Theologische Realenzyklopädie, 3ra ed. (1994), s.v. “Natur,” 98-107, (106).
Bibliografía recomendada:
Boff, Leonardo. Una ecología integral: Por una eco-educación, Valencia: KHAF, 2020.
Boff, Leonardo, “Transición ecológica hacia una sociedad biocentrada”
https://leonardoboff.org/2020/06/, visitado el 20 de diciembre de 2021.
Guridi, Román. Ecoteología: hacia un nuevo estilo de vida. Santiago de Chile Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2018.
Lenton, Timothy, Owen Gaffney, Stefan Rahmstorf, Katherine Richardson, Johan Röckström, Hans Joachim Schellnhuber, Steffen Will. “Climate Tipping points – too risky to bet against.” Nature 575 (2019): 592-595.
Rojas, Marilú 2020, “La pertinencia de la teología ecofeminista y su incidencia política ante el feminicidio y el ecocidio actual, Revista Iberoamericana de Teología, vol. XVI, núm. 30, 2020.”
https://www.redalyc.org/journal/1252/125262759004/html/
Notas
[1] Cf. Francisco, Laudato si’ (Ciudad del Vaticano: Editora Vaticana, 2015), sec. 49.
[2] Birgit Weiler (weiler.mms@gmail.com), de nacionalidad alemana, es miembro de la Congregación de las Hermanas Misioneras Médicas y vive desde 1988 en el Perú. Es teóloga y profesora del Departamento de Teología en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). También es miembro del equipo de teólogos y teólogas del Consejo Episcopal de América Latina (CELAM) y del Equipo del Diálogo ecuménico de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM).
[3] Este artículo se basa en dos trabajos propios previos, a saber, una ponencia realizada en el Congreso de la European Society of Catholic Theology sobre la Amazonía y los retos desde este territorio para una teología de la creación (su publicación se estima para la segunda parte de 2022), así como un artículo sobre ecología integral desde la Amazonía, que será publicado en un libro editado por Virginia Azcuy, Freddy Parra y Carlos Schickendantz, que llevará el título “Escuchar el grito de los pobres y el clamor de la tierra” y aparecerá en marzo de 2022.
[4] Científicos de los Países Amazónicos y Socios globales, Un marco científico para salvar la Amazonía (30 de septiembre de 2019), 1, http://www.synod.va/content/sinodoamazonico/es/noticias/un-marco-cientifico-para-salvar-la-amazonia-por-cientificos-de-l.html, visitado el 11 de agosto de 2021.
[5] Cf. Francisco, Laudato si, carta encíclica sobre el cuidado de la casa común, sec. 91, página web del Vaticano’, 24 de mayo de 2015,
https://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html.
[6] Camila Costa, “‘La gran mentira verde’: cómo la pérdida del Amazonas va mucho más allá de la deforestación”, BBC News Mundo, 13 febrero, 2020, visitado 21 de diciembre de 2021, https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-51303285
[7] Científicos, Un marco, 2.
[8] Científicos, Un marco, 2.
[9] Científicos, Un marco, 3.
[10] Ver Científicos, Un marco, 4.
[11] Ver Costa, “La gran mentira verde”.
[12] Rockström, Johan, Ten years to transform the future of humanity, in: https://www.ted.com/talks/johan_rockstrom_10_years_to_transform_the_future_of_humanity_or_destabilize_the_planet (tiempo2:43-2:51), visitado el 16 de diciembre de 2021.
[13] Francisco, Laudato si’, sec. 92.
[14] El así llamado extractivismo ya fue practicada en la época colonial. Actualmente la practica extractivista sigue de modo adaptado a las condiciones socio-políticas y económicas actuales. Por eso se habla de neoextractvismo.
[15] Francisco, Laudato si’, sec. 49.
[16] Secretaría General del Sínodo de los Obispos, “Documento final. Amazonia: Nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”, 2019 sec. 17-19, (en adelante citado: DF),
http://secretariat.synod.va/content/sinodoamazonico/es/documentos/documento-final-de-la-asamblea-especial-del-sinodo-de-los-obispo.html.
[17] Ver DF, sec. 20; 41; 65; 86.
[18] Theologische Realenzyklopädie, 3ra ed. (1994), s.v. “Natur,” 98-107, (106). Traducción de la autora.
[19] Francisco, Querida Amazonia, (Ciudad del Vaticano: Editora Vaticana, 2020), sec. 55. Resaltado en el texto original.
https://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20200202_querida-amazonia.html, visitado el 22 de diciembre de 2021.
[20] Sínodo Amazónico, Instrumentum laboris (Vaticano, 17 de junio de 2019), sec. 19 (en adelante citado IL), http://secretariat.synod.va/content/sinodoamazonico/es/documentos/instrumentum-laboris-del-sinodo-para-la-amazonia.html. ElInstrumentum laboris (“Documento de Trabajo”) que sirvió de base para iniciar la labor en el Sínodo Amazónico, recoge múltiples contribuciones de los pueblos amazónicos en las consultas territoriales que se realizaron previo al Sínodo en un proceso amplio de escucha. En él participaron más de 80.000 personas.
[21] IL, sec. 19.
[22] IL, sec. 19.
[23] IL, sec. 21.
[24] DF, sec. 67.
[25] Ver DF, sec. 67.
[26] DF, sec. 67.
[27] DF, sec. 66.
[28] Francisco, Laudato si’, sec. 49.
[29] Científicos, Un marco, 7. El concepto de “bio-economía” ya había sido desarrollado por el investigador Carlos Nobre en el marco científico que preparó como asesor del Sínodo Amazónico.
[30] IL, sec. 12.
[31] Eduardo Gudynas, “Buen vivir: Germinando alternativas al desarrollo,” https://www.gudynas.com/publicaciones/articulos/GudynasBuenVivirGerminandoALAI11.pdf.
[32] Gudynas, “Buen vivir,” 2.
[33] Gudynas, “Buen vivir,” 2-3.
[34] Gudynas, “Buen vivir,” 3.
[35] Gudynas, “Buen vivir,” 3.
[36] Francisco, Laudato si’, sec. 114.
[37] Francisco, Laudato si’, sec. 139.
[38] Francisco, Laudato si’, sec. 114.
[39] DF, sec. 46.
[40] DF, sec. 67.
[41] Francisco, Querida Amazonia, sec. 26.
[42] Ver la Iniciativa Interreligiosa para los Bosques Tropicales, en: https://www.interfaithrainforest.org/s/press-release-irilaunch-spanish.pdf.
[43] Ver el reciente Informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático del 09 de agosto de 2021.
[44] Francisco, Laudato si’, sec. 62.
[45] Ver Francisco, Laudato si’, sec. 23.
[46] Francisco, Laudato si’, sec. 51.
[47] Francisco, Querida Amazonia, sec. 17.
[48] DF, sec. 68.
Birgit Weiler (weiler.mms@gmail.com), de nacionalidad alemana, es miembro de la Congregación de las Hermanas Misioneras Médicas y vive desde 1988 en el Perú. Es teóloga y profesora del Departamento de Teología en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). También es miembro del equipo de teólogos y teólogas del Consejo Episcopal de América Latina (CELAM) y del Equipo del Diálogo ecuménico de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM).
Este artículo se publicó por primera vez en el libro: International Handbook on Creation Care and Eco-Diakonia, Concepts and Theological Perspectives of Churches from the Global South, Editors: Daniel Beros, Eale Bosela, Lesmore Ezekiel, Kambale Kahongya, Ruomin Liu, Grace Moon, Marisa Strizzi, Dietrich Werner, Ediciones La Aurora, 2022.
https://arlibros.com.ar/libro/manual-internaciona-de-ecodiaconia/
Un agradecimiento especial al editor Daniel Beros por permitirnos compartir las versiones en inglés y español de este artículo.