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 Unidos(as) al Cordón Umbilical: Relato de Nana Ologwadule (Madre Tierra) - (Jocabed R. Solano Miselis)

 Unidos(as) al Cordón Umbilical: Relato de Nana Ologwadule (Madre Tierra) - (Jocabed R. Solano Miselis)

 Unidos(as) al cordón umbilical

Relato de Nana Ologwadule (Madre Tierra)

Jocabed R. Solano Miselis[i]

 

Ai ye, degi ye, Nana burba, bala midewe neggi, Nue iddo malo, Degi” - Hermano, hermana, el conocimiento sagrado está en la Madre Tierra madre, está en el cosmos. Escuchen bien. Así es.

 

En el idioma ancestral del pueblo gunadule, uno de los cientos de pueblos en el Abya Yala, se escucha al sagla entonar la frase arriba citada, que enmarca el corazón de la espiritualidad gunadule: su relación con la Madre Tierra, Nabgwana, alimentada por el modo en que el pueblo gunadule cosmovive[CM1]  con Nana y Baba (Dios).

Es el movimiento de la Ruah quien sopla desde hace miles de años en este pueblo, mostrándonos desde su ética de vida qué es vivir reconociendo que nosotros somos parte de la Madre Tierra y que nuestra unión nos permite vivir en equilibrio y armonía. Es a través de los cantos sagrados que recibimos las enseñanzas del camino de Nana y Baba (Dios) para cosmovivir una ética de vida de cuidado, defensa y reconocimiento de la Madre Tierra en la cotidianidad. En este escrito, a través de uno de los relatos cantados, como es el relato de Nana Ologwadule, quisiera hacer un breve análisis del modo en que el pueblo gunadule vive la relación con la Madre Tierra, y luego preguntar ¿qué le propone esa teología a la iglesia y a la sociedad?

 

Nana Ologwadule[ii]

El relato de Ologwadule

Al inicio todo era oscuro. Una oscuridad tan densa, como si le apretaran a uno los ojos con dos manos. No había sol, no había luna, no habían nacido las estrellas. Entonces Babdummad[iii] se dispuso a crear la tierra, Nandummad[iv] se dispuso a crear la tierra. Cuando Baba formó a Nabgwana, encendió también el sol, la luna y las estrellas. Baba irradió la tierra, Baba alumbró el rostro de la madre. La tierra fue imagen y rastro que habló de la presencia de Baba, de la presencia de Nana. La madre tierra tomó los siguientes nombres: Ologwadule, Oloiiddirdili, Nabgwana, Olobibbirgunyai, Olowainasob. Baba la constituyó así, Nanala constituyó así: Babdummad extendió la masa de oro en la raíz de Ologwadule y le fijó columnas y troncos de oro amarrados vigorosamente con bejucos de oro macizo. Baba sabía que ella llevaría sobre sí una pesada carga y le proporcionó una base sólida. Baba y Nana trabajaron juntos. Cuando hubo extendido la capa de oro, Babdummad sembró sobre ella todo tipo de flores; sembró un sinnúmero de especies de albahaca, roja, azul, amarilla; y a todas les hizo abrir sus hojillas, y era oloduddagibi. Todo era de oro, todo era de plata; y se alegraban. Todo fue una gran fiesta. Baba y Nana dieron vida a las flores y ellas se movieron.

Cuando decimos esto, significa que eran nuestras propias imágenes; ellas encarnaban nuestras vidas. A medida que nana[CM2]  Ologwadule, madre tierra, se iba completando, nuestros espíritus también iban tomando su forma, definiéndose al ritmo de ella. Porque gracias a ella seríamos seres humanos; desde ella nos definimos. Luego Baba extendió otra capa de oro. Baba y Nana trabajaban unidos. Esta vez Baba utilizó el oro azul. Nana utilizó la plata azul. Ellos envolvieron de nuevo el rostro de nana Ologwadule. Babavolvió a atar las columnas y los arcos de oro azul con bejucos de oro macizo azul. Baba esparció las semillas e hizo florecer la gama de flores y de hierbabuena. Las flores se alegraban; fue entonces una gran fiesta. Y nana Ologwadule fue tomando, poco a poco, su forma definitiva. Babdummad trabajaba y formaba los contornos de la madre tierra, la iba inundando de alegría, cubriéndola de oro. Nandummad trabajaba con Babdummad y juntos cubrían a Ologwadule de oro fino, de plata fina. Pasó la segunda capa. Baba procedió a cubrir a Ologwadule con la tercera capa de oro. Tomó el oro amarillo para esta capa. Hizo el mismo proceso de las anteriores y Ologwadule fue endurecida así de oro amarillo, de plata amarilla.

Para la cuarta capa Baba utilizó el oro rojo. Ologwadule fue arropada con oro rojo. En toda su amplitud danzaron las flores, danzaron las albahacas de oro rojo. Baba robusteció así a la gran nana Ologwadule. Le amarró las columnas de oro. Entonces nació el río. Y Ologwadule llegó lentamente a su plenitud. Ya no era informe, sino sólida y compacta: Abiayala, Oloburganyala.

Nana Ologwadule, derramó la corriente de las aguas. La corriente del río emitió su quejido en las entrañas de la madre y en su corteza brotaron las semillas, las cepas. Surgió el verdor y el cuerpo de la madre se llenó de hermosos y robustos árboles con su variado colorido. Y es por eso que la llamamos madre. A la madre tierra, a nana Olobibbirgunyai, Baba la constituyó protectora y defensora de todo aquello que se mece, se mueve, vive y reposa sobre ella. El mismo sol está bajo su cuidado, la luna, las estrellas, los vientos, la lluvia, los abismos, los grandes y pequeños animales. Baba y Nana le dejaron, desde su inicio, semillas de flores de todas las especies, pero solo llegado el momento oportuno, y en la medida de su desarrollo, brotaron ellas, vigorizaron y sonrojaron las mejillas de nana Ologwadule.

 

Análisis del texto

El relato empieza señalándonos que al inicio todo era oscuro. Su comienzo, que narra sobre la creación de la Madre Tierra, nos indica que no sabemos cómo sucedió el alumbramiento de la Tierra y del Sol. Lo que sabemos es que Mamá y Papá lo crearon. Y que en ese proceso Ologwadule ha ido madurando.

Se trata de una narrativa llena de metáforas. Para entenderla hay que comprender las formas de pensamiento de la nación gunadule. Para el pueblo guna todo lo que existe en la Tierra tiene vida. Por lo tanto, la Tierra es un ser vivo que siente y piensa. Es por eso que los relatos sobre la Tierra son narrados a través de personajes, como si fueran seres humanos.

Cuando se habla de Ologwadule en otras narraciones, se señala que era la pareja de Mago y esto, a muchos, los puede confundir. Puesto que el uso de la metáfora y de las simbologías son parte fundamental de los relatos de los pueblos ancestrales. En ellos se juega con poesía, con arte, con imágenes y seres para “revelar” enigmas de la cultura y de las cosmoexistencias de los pueblos. No es fácil para la mentalidad occidental, donde incluso el conocimiento espiritual es de carácter “lineal,” llegar a entender esto, al menos al inicio. En los pueblos ancestrales, tales conocimientos atienden a perspectivas no-lineales, complejas.

En los relatos gunas Mago es el Sol y Ologwadule es la Tierra. En los relatos paralelos se nos cuenta queMago y Ologwadule ya existían; sin embargo, cómo existieron o cómo fue el proceso de su existencia, no lo sabemos. Esta es la oscuridad: al inicio todo era oscuro.

No conocemos el misterio de este proceso, pero Mago, antes de ser Sol, cuando era un niño, era el alumbramiento que llegó a ser Sol. Y en el caso de Ologwadule, ella era la Tierra que, en su proceso de inicio, era una niña. Ambos se complementaban, Mago y Ologwadule, es decir el Sol y la Tierra. Aunque no sabemos cómo fue el proceso que llevó a la aparición del Sol y de la Tierra, sí sabemos que el Padre Grande y la Madre Grande (Babdummad-Nandummad) son el origen del Sol y de la Tierra.

En la teología gunadule no puede existir solo el Dios masculino, existe la Diosa femenina. Y ambos se complementan, porque Babdummad es el Gran Padre, hacedor del universo, hacedor de todo lo creado junto a Nandummad. Nandummad es la Gran Madre, hacedora de todo lo creado junto a Baba.

El pueblo gunadule entiende al ser supremo como Mamá y Papá, son seres que se complementan. En palabras del teólogo Aiban Wagua:

todo subsiste desde un sistema de complementariedad. La complementariedad guna emerge de sus mismos motivos de credibilidad: Baba- Nana, co-creadores del universo. Es decir que la espiritualidad sustentada por su entendimiento de Dios como Madre y Padre, sustenta en la práctica las relaciones entre el hombre y la mujer como seres que se complementan y que no se puede hacer comunidad sin entender este sentido de complementariedad. De la misma manera se entiende la relación con la Tierra y el Sol.

 

Un comentario que nos ayuda a entender mejor este sentido de complementariedad lo expresa el saglaIgwanabiginya (1897-1989): “En este sentido, el universo no ha sido creado, sino co-creado desde una paridad de fuerzas: varón/mujer, hembra/macho.” Por lo tanto, la creación de la Tierra surge de Baba yNana. De la creación de la Tierra y el Sol nacieron también los otros astros.

En el relato de Ologwadule su énfasis recae en la creación de la Madre Tierra, donde además se nos indica que los seres humanos somos imagen de ella. Es decir, somos pequeñas Madre Tierra, porque llevamos en nosotros los elementos de la Madre. Esto hace una diferencia en relación al concepto de la “casa común” que otros señalan para hacer referencia a la Tierra. La teóloga Marilú Salazar dice:

Tradicionalmente se ha interpretado al término griego como casa común, solo que este concepto, a mi juicio, tiene dos problemas epistémicos de fondo. Por un lado, evoca la casa patriarcal y las relaciones jerárquicas que en ella se establecen a partir del modelo kyriocéntrico estratificado hasta los esclavos. Por otro lado, la casa es un objeto que puede ser vendido o comprado a través de la lógica del mercado, es decir, funcionaba también como una unidad económico-social en la antigua Grecia. En este modelo el pater familias, hombre blanco, rico, heleno y libre, ejercía su autoridad soberana como dueño del oikos, generando así́ una línea patrilineal desde el hombre más anciano hasta el más joven siempre estableciendo las jerarquías patriarcales. Las mujeres, los niños, los esclavos eran una especie de “bienes” o pertenencias del pater familias.[v]

Los pueblos indígenas del Abya Yala lo han comprendido desde épocas ancestrales por medio de su espiritualidad, y, al adentrarnos en su sabiduría, vamos conociendo esta riqueza presente en medio de las distintas naciones del Abya Yala. El Dios de la vida exhaló su aliento y ha estado presente en estas tierras. Es decir, la nega (casa) tiene un “corazonar” de ser vivo y, por lo tanto, constituye una pluriunidad en sí misma, donde los seres humanos participamos de la comunidad cósmica. La vida, como texto sagrado, nos ilumina para vivir en armonía con los otros en nuestra nega. Éste último se plantea como un concepto distinto al de casa-oikos, así como lo entiende la teología cristiana occidental. La nega se interpreta en relación con la Madre Tierra y, desde allí, constituye otro tejido.

 

Memoria de la Tierra y su influencia en la vida diaria del pueblo gunadule

Del silbido de las aves, del gemido de animales silvestres, del sollozo de los árboles (dumbirgessu), del susurro de Ologwadule, aprendemos a vivir en armonía. Aprendemos de lo que vemos, de lo que olemos, de lo que sentimos. Aprendemos con los sentidos. Cada relato, cada danza, la lengua, la comida, las relaciones, el silencio y mucho más, forman o deforman una nación. Eso lo saben bien las y los abuelos en la nación gunadule. Así que, desde épocas antiguas, han trabajado para que las nuevas generaciones podamos seguir cantando, y no muramos.

La gran importancia de la espiritualidad radica en que de ella emanan nuestras acciones políticas, que se reflejan en el diario vivir. No separamos la vida pública de la privada. Y no desintegramos la vida de lo sagrado, de la vida de lo secular. La vida total es sagrada. Cada acto, por pequeño que sea, es un acto político. Por eso a la nación gunadule se le enseña desde la niñez la importancia de la esencia del ser gunadule.

La máxima ética de la nación gunadule es la vida en comunidad. Sin esa comunidad somos seres alienados por nuestro egoísmo. Al respecto tenemos muchos relatos. En los cantos se nos recuerda eso para que no olvidemos y no repitamos las historias de lamento que hemos vivido cuando no hemos sabido reconocer la importancia que tiene uno para los otros y de los otros para uno.

Por tanto, cuando vamos a uno de los lugares sagrados del pueblo gunadule, que se llama el ommagenednegga, sabemos que es importante prestar atención. Escuchamos a los sualibgan-Suwaribgan,[vi] cuando nos alertan: Gabidamalarggenueiddomalargge (¡Presten atención, no se duerman!). Porque de este canto depende que la comunidad entienda bien cuál debe ser nuestro proceder. Así, nos unimos al corazón del Gran Padre, de la Gran Madre, al corazón de Ologwadule y recordamos, traemos a la memoria las memorias de la Tierra, de nuestras abuelas y abuelos, sus celebraciones, luchas, lamentos, esperanzas, y gritos de resistencia.

Es un momento que vivimos en colectividad, donde la convivencia no solo es pasiva, pues escuchamos activamente la voz de Dios, de la Madre Tierra, de la comunidad cósmica y reconocemos que Mamá y Papá han estado. Y a lo que se nos invita es a escuchar lo que Mamá y Papá nos dicen a través de la Memoria de la Tierra. El secreto del pueblo gunadule ha sido que escuchamos a Dios[vii] a través de la voz de Mamá (La Madre Tierra). Y la invitación es a escuchar a Mamá para vivir en armonía.

Por eso vemos la influencia de la memoria de la Tierra en todo lo que hacemos: de las aves, aprendimos a danzar. Un día, los niños que estaban mirando al cielo se dieron cuenta de que las aves daban círculos, y ellos empezaron a hacer lo mismo. Pero también aprendieron a caminar como caminaban las aves, imitaban sus pasos y saltaban, y vieron que las aves se veían unidas como si se agarraran entrelazando los brazos. Así que también hicieron lo mismo.

De las aves aprendimos a defendernos contra las amenazas que vivíamos. En la temporada del Gwibloni,[viii]que es el tiempo de las aves guerreras, ellas defienden el territorio con sus propias vidas, vuelan en bandadas. Y nosotros, los gunadule, aprendimos de ellas a defendernos, sabemos que debemos vivir en familia, que tenemos que defendernos de las amenazas que quieren desarticular nuestra identidad.

En las épocas antiguas nos defendimos del genocidio que realizaron los conquistadores; en febrero de 1925[ix] nos levantamos en contra del estado panameño que quiso “civilizarnos;” los sistemas hegemónicos han intentado sobreponer sus ideologías de la vida, tanto en lo económico, como en lo político, lo religioso y lo cultural. Han sido cientos de años resistiendo e insurgiendo, amando la Tierra, defendiendo la autonomía del territorio.

Nosotros aprendimos de las aves. Ellas nos enseñaron la mejor estrategia, pero las mismas aves nos enseñaron y mostraron los peligros, mediante sus gorgojeos y silbidos, presagiaban buenos tiempos o alertaban a prepararse para afrontar una estación extremadamente seca, cuando gigga[x] volaba muy bajo y casi rozando a una persona y con chillidos desesperados, presagiaba algo muy desagradable, una sorpresa que podía ser violenta; pero si gorgojeaba con silbos lentos y pausados, era señal de un mensaje agradable, a lo mejor se encontraba una manada de saínos a corta distancia.[xi] Nosotros, los gunadule, relacionamos el combate y el mensaje como señales para estar alertas.

También plantamos árboles maderables como binnuwar (espavé), gaobanwar (caoba), urwar (cedro), nugnuwar (ceiba). Los cayucos, para el pueblo gunadule, son señal de autonomía porque son usados para el trabajo y el transporte diario. Los árboles han estado entre nosotros y relacionarnos con ellos nos da vida a todos. Por eso, la mayor parte de los territorios en la nación gunadule no están habitados por los gunadules; porque la Tierra es sagrada, y esta tierra está habitada por otros seres vivos con la cual mantenemos una relación armónica, están llenos de árboles y de plantas medicinales.

Las plantas medicinales son textos sagrados que nos hablan de la salud, fuerza, energía, aire vital que podemos respirar para vivir. Las plantas medicinales son hembras y son nuestras grandes protectoras. Cuenta la memoria que Inabundorgan bajó en las altas horas de la noche, mientras dormían los malos espíritus. Y cuando estos se despertaron, oyeron miles de voces femeninas que entonaban hermosas melodías y eran las plantas. Por eso, antes de arrancar las plantas medicinales se dialoga con ellas, y se invoca a Mamá y Papá junto con ellas.[xii]

Los conocimientos indígenas sobre las medicinas son ancestrales, han sido transmitidos de generación en generación. Un inaduled afirma ser “un soñador de duleina” y recuerda que “todo lo aprendí de mis antepasados y por 20, 30 años y sigo aprendiendo otros tratados, y no estudié en 10 años, como ocurre en las universidades wagas.[xiii] Nuestro bosque es una verdadera universidad, ahí practicamos y extraemos ina(medicina).” Otro inaduled comenta que “el conocimiento ancestral en nuestra ina no existe, lo ancestral es el presente, siempre existe (...) porque nuestra ina es todo un sistema de salud que se ha mantenido vivo gracias al esfuerzo y defensa que hemos hecho a través de los siglos.” Es una sabiduría sin tiempo, es una sabiduría que surge de Nabgwana – Madre Tierra.[xiv]

 

Algunas implicaciones para la iglesia

Es urgente profundizar en una hermenéutica que trabaje desde la voz de la Tierra. La hermenéutica gunadulees una propuesta desde el corazón de la Madre Tierra. La teología gunadule, como una de tantas teologías indígenas, nos invita a conocer desde sus relatos, cómo ha sido el camino de Dios en sus memorias. Así nos lleva a conocerles, y desde este conocimiento, a podernos conocer a nosotros, a reconocernos, y a conocer el rostro indígena de Dios. Desde la misionología y en la pastoral de las iglesias, la teología gunadule nos desafía a preguntarnos cuánto de esto nos habla de la especificidad y particularidad de los pueblos indígenas como pueblo de Dios, que tiene dones especiales que permiten aprender a vivir en armonía con todos los seres creados, incluyendo a los seres humanos.

La importancia de la voz de la Madre Tierra en la vida diaria y la revelación de Nana y Baba a la Madre Tierra y en la Madre Tierra, radica precisamente en que Dios no solo se revela en la Tierra, sino a ella. Y esto propicia un giro decolonizador, porque concibe a la Tierra como un ser vivo, que recibe el don de la vida, co-crea con Dios, produce, regenera, renueva, y provoca. Pues es ancestra, profeta, sanadora y cuerpo de Dios. Este cuerpo de Dios expresa el amor, la compasión, la comunidad, la reciprocidad, la relación entre la comunidad cósmica, la potencia, la fuerza, la energía de la Ruah en ella. A través del tiempo cíclico y espiralado, es inmanente y trascendente, pero también abarca la vida en todos los tiempos, en todo momento, traspasando las dimensiones de la vida y el cosmos.

Desde esa perspectiva, la teología gunadule nos abre otras posibilidades para entender la cristología, la pneumatología, los relatos creacionales; y nos invita a caminar en el misterio de Dios, que no tiene principio ni fin, porque su ritmo se desenvuelve en espiral.

La interpretación de Dios en el pueblo gunadule no se articula desde un sistema patriarcal, pues cada persona en la comunidad gunadule es importante. Por ejemplo, la casa del pueblo gunadule es una de las estructuras más fuertes desde un punto de vista político y espiritual. Pues expresa el sistema complementario, integral y holístico que caracteriza al pueblo gunadule. En ese marco, cada acto, por pequeño que parezca, afecta la armonía de la vida. Por lo tanto, el quehacer de la vida gunadule, es relevante y significativo a la hora de hacer teología gunadule.

De allí que la invitación a los cristianos sea seguir conociendo, escuchando, reconociendo, dialogando, para continuar el camino de una búsqueda profunda en relación al ser cristianos por parte de quienes abrazan la fe de Jesús desde su identidad. En el caso de los gunadules como guna, desde la narrativa que alimenta la vida del pueblo, que potencia y enriquece la maduración como imagen y semejanza de Dios.

Es imprescindible valorar el aporte narrativo de los pueblos indígenas y respetar sus teologías sobre la memoria de la Tierra. Ellas nos permiten tener un cuadro más amplio de la gracia y diversidad de Dios en el mundo, invitándonos al diálogo en el camino de encuentro y de mediación. Un camino orientado a la cosmovivencia, que permite abrirnos a otros mundos de posibilidades en el entendimiento de los textos bíblicos, que enriquezcan y fermenten una iglesia intercultural.

Es preciso reconocer esta lectura liberadora desde los pueblos indígenas. Y a los textos sagrados de los pueblos indígenas como espacio de experiencia de esos pueblos indígenas en su relación con la memoria de la Divinidad y de la Tierra. Ello implica abrir un camino para profundizar en la fe de los ancestros y ancestras indígenas como encuentro de diálogo, que permita reconocer el rostro indígena de la Divinidad.

Ello debería provocar en la iglesia global una actitud de escucha, de humildad, para dialogar como pares y no desde la búsqueda de imponer un sometimiento, por creer que se tiene una única verdad sobre Dios. Es la invitación de las comunidades la que nos permite dialogar y no al revés. Ella nos permite caminar con los pueblos indígenas siendo conscientes de que ellas y ellos son los actores principales de sus propias luchas. Ello incluye a las agendas actuales por la reivindicación de sus territorios contra sistemas de muerte —como el extractivismo, los megaproyectos, las minerías, los monocultivos, entre otros fenómenos que provocan la emergencia climática—, que son realidades que afectan a la Tierra, a los cultivos.

Los rostros indígenas de Dios nos hablan del regalo de la vocación comunitaria que tienen los pueblos indígenas, dada y revelada a cada pueblo de manera específica. Ellos proponen una manera al caminar unidos, del mismo modo en que el bebé está unido con el cordón umbilical con su mamá. Así podemos vivir el proceso de curación de nuestros cuerpos-territorios, al ser sanados por Nana y Baba en la Madre Tierra.



 

Bibliografía citada

Congreso General Kuna. Anmar igar-Normas Kunas. Kuna Yala. Panamá. 2001.

“La Palabra se hizo India”, Revista de Interpretación Latinoamericana. Quito: DEI, 2001.

IV SIMPOSIO LATINOAMERICANO DE TEOLOGIA INDIA, El sueño de Dios en la creación humana y en el cosmos. Bogotá, Colombia: Centro de publicaciones CELAM, 2013.

Solano, Jocabed. “Las narrativas como resistencia política. La experiencia de la nación guna”. En Juventudes: Otras voces, nuevos espacios. Confrontando la teología y la misión, Priscila Barredo Pantí y Nicolás Panotto (eds.). Ediciones FTL, 2018.

Solano, Jocabed. “Voces indígenas: Fortaleza espiritual de los pueblos de Abya Yala. Dulamar gagga: anmar burba gangued Abya Yalagi.” En The Global Church Project (2018). https://theglobalchurchproject.com/jocabed-spanish/ 

Ventocilla, José, Heraclio Herrera y Valerio Núñez. El Espíritu de la tierra: Plantas y animales en la vida del pueblo Kuna. Quito: Abya Yala, 1999.

Wagua, Aiban. Así lo vi y así me lo contaron. Panamá: Fondo Mixto Hispano-Panameño de Cooperación, 2007.

Wagua, Aiban. En defensa de la vida y su armonía. Panamá: Proyecto EBI Guna/Fondo Mixto Hispano Panameño, 2011.

Memoria Indígena. https://memoriaindigena.org/conclusiones-del-encuentro-lima-2015/

Tus plantas medicinales. https://www.tusplantasmedicinales.com/maro/

Entrevista a Sagla Belisariro López. 1 de septiembre del 2020

Entrevista a Abadio Green. 5 de octubre del 2019 y 20 de marzo 2020.

Entrevista a Aiban Wagua. 25 de septiembre del 2020.

{i] Jocabed R. Solano Miseslis (playerjrsm@gmail.com), es perteneciente a la nación gunadule, del país Panamá. Nació en el tiempo de las plantas medicinales, es directora de Memoria Indígena y realizó estudios de maestría en teología interdisciplinaria en la Comunidad de Estudios Teológicos Interdisciplinarios (CETI) y en Carey Theological College de Canadá.

[ii] Nana Ologwadule es uno de los ancestrales relatos cantados de la nación gunadule. Aquí se presenta un extracto del canto.

[iii] Gran Padre

[iv] Gran Madre

[v] Salazar, Marilú, “Diversidad eroecosofiánica como categoría epistémica decolonial de los cuerpos abyectos ante los fundamentalismos religiosos,” en Las teologías feministas frente al fundamentalismo religioso, editado por la Comisión ‘Saberes’ de la Red TEPALI (Vitória, Brasil: Editorial Unida, 2020), 273-274.

[vi] Suwaribgan, custodios o guardianes de la comunidad, personas encargadas de poner orden en las comunidades y de alertar a la gente que escucha a los saglagan en la casa de congreso general gunadule.

[vii] Para el pueblo gunadule se conoce como Nana y Baba.

[viii] Gwiblonii: en este mes, por la abundancia de mariposas, bajan las aves (gwiblo). Vuelan en bandadas. En el calendario gregoriano sería octubre.

[ix] Revolución de 1925, realizada por los gunas en contra del estado panameño.

[x] Gigga: ave mensajera y que alerta del peligro para el pueblo gunadule.

[xi] Atilio Martínez, El legado de los abuelos. (Panamá: Equipo EBI Guna – Literatura Indígena, 2012), 71

[xii] Martínez, El legado.

[xiii] Wagas: extranjero, ladino, no-guna, no-indígena.

[xiv] Martínez, El legado.

 [CM1]Incluir una referencia que ayude a determinar el sentido de este importante concepto

 [CM2]Uso de mayúscula / minúscula en los nombres - ¿es indistinto? Si no lo fuere, corregir donde corresponda.., tanto en los nombres gunadule como en español

 


Jocabed Reina Solano Miselis es hija de la nación Gunadule, del país de Panamá. Actualmente es directora de Memoria Indígena y estudiante de doctorado de Estudios Teológicos en NAIITS. Jocabed ha escrito varios artículos en el área de identidad, indigeneidad, espiritualidad Guna, en su relación con la tierra. Ha sido delegada de Panamá, en la COP26 y COP27.

Este artículo fue publicado por primera vez en: International Handbook on Creation Care and Eco-Diakonia, Concepts and Theological Perspectives of Churches from the Global South, Editors: Daniel Beros, Eale Bosela, Lesmore Ezekiel, Kambale Kahongya, Ruomin Liu, Grace Moon, Marisa Strizzi, Dietrich Werner, Ediciones La Aurora, 2022 

Un agradecimiento especial al editor Daniel Beros por permitirnos compartir las versiones en inglés y español de este artículo.

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